ANOTACIONES PARA EL 3
DE SEPTIEMBRE, 2012
1. “Al
pan, pan y al vino, vino”: Bienvenidos al Boletín de Análisis Hispanista.
Boletín y grupo para personas y organizaciones interesadas en el
análisis y comentario de la actualidad social, política, económica, y cultural
del mundo Hispánico.
INTRODUCCIÓN:
Justificación de
los términos “hispano”, “hispanista”, e “hispánico”
La palabra “hispanista” se define como la persona “especializada” o
“versada” en el “estudio de la lengua, literatura o cultura hispánicas.” La
suposición, ampliamente aceptada y establecida en la actualidad académica, es
que tal agrupación cultural exista y que, resentimientos regionalistas aparte,
no hay duda que existe, por motivos lingüísticos, geográficos, religiosos, e
históricos, un patrón de similitudes y afinidades culturales que nos vinculan a
todos nosotros y que justifiquen una denominación común.
¿A que se refieren
los eruditos y académicos por culturas “hispánicas”? Nos referimos a aquellas culturas que tienen
al castellano o al portugués como primer o segundo idioma, y que comparten,
históricamente, culturalmente, una raíz común con las culturas habitantes de la
Península Ibérica. Esta definición es
suficientemente inclusiva para abarcar, no solamente a las culturas presentes
actualmente en la Península Ibérica, y
no sólo aquellas que ocupan la denominada “Hispanoamérica”, “Iberoamérica”, o
“Latinoamérica” (este último término siendo el menos correcto de los tres pero
el más difundido), sino también las comunidades de habla castellana y
portuguesa presentes en los EE.UU. y el Canadá. Todas las culturas de la
Península Ibérica y sus descendientes en todo el continente americano – Norte,
Centro, y Sur – quedan incluidos.
La primera pregunta
que viene a la mente podría ser la siguiente: Tratándose de más de 450 millones
de personas que abarcan una diversidad étnica tan grande, y que se encuentran
extendidos a lo largo y ancho de un territorio tan vasto, ¿realmente puede
decirse que se trata de una sola, aunque acaparadora, identidad cultural? Comencemos por una comprensión de la palabra
“cultura”:
¿Cultura? ¿Y qué es la cultura? Hagamos algo
de filosofía. Según CARLA (Center for Advanced Research on Language Adquisition
– el Centro de Investigación para la Adquisición de Lenguaje) de la Universidad
de Minnesota, la palabra cultura se
define como:
“… los
patrones comunes de comportamiento y de interacciones cognitivas, los esquemas,
y la comprensión afectiva que se aprenden a través de un proceso de
socialización. Estos patrones compartidos identifican a los miembros de un
grupo cultural al mismo tiempo que le sirven como distinción entre los de otro
grupo.”
La misma página web, dedicada a un proyecto
de estudios multiculturales, ofrece otras definiciones complementarias e
igualmente explicativas que servirán para ilustrar unos puntos muy importantes
que desarrollaremos a continuación:
1.
"La mayoría de los científicos sociales
de hoy consideran la cultura como consistiendo sobre todo de los aspectos
simbólicos, ideacionales, e intangibles de las sociedades humanas. La esencia
de una cultura no está en sus artefactos, herramientas u otros elementos
culturales tangibles sino en cómo los miembros del grupo interpreta su uso y
las perciben. [La cultura] Son los valores, los símbolos, las interpretaciones
y las perspectivas que distinguen a un pueblo de otro en las sociedades
modernizadas; no son los objetos materiales y otros aspectos concretos de las
sociedades humanas. Las personas dentro de una misma cultura general,
interpretan el significado de los símbolos, de los artefactos, y de los
comportamientos de la misma o de formas similares".
2.
"La cultura: los patrones o modelos humanos
para la vida aprendidos y compartidos; patrones de vida del día a día. Estos
patrones y modelos impregnan todos los aspectos de la interacción social
humana. La cultura es el principal mecanismo de adaptación de la
humanidad."
3.
"La cultura es la programación colectiva de
la mente que distingue a los miembros de una categoría de personas de otra."
4.
"Por cultura entendemos todos aquellos
diseños creados históricamente para vivir, explícitos e implícitos, racionales,
irracionales y no racionales, que existen en un momento determinado como guías
potenciales del comportamiento de los hombres."
5.
“La cultura consiste en patrones, explícitos
e implícitos, de y para un comportamiento adquirido y transmitido por medio de
símbolos, que constituyen los logros distintivos de los grupos humanos,
incluyendo sus formas de construcción de artefactos; el núcleo esencial de la
cultura consiste en ideas tradicionales (es decir históricamente derivadas y
seleccionadas) y especialmente en sus valores adjuntos; la cultura puede, por
un lado, ser considerada como el producto de acción, y por el otro como
elementos condicionantes de acciones futuras. "
6.
"La cultura es el conocimiento compartido y
los esquemas creados por un conjunto de personas para percibir, interpretar,
expresar y responder a las realidades sociales en torno a ellas."
7.
"Una cultura es una configuración de
conductas aprendidas y los resultados de la conducta cuyos componentes son
compartidos y transmitidos por los miembros de una sociedad en particular.”
8.
"La cultura...consiste en los patrones de
comportamiento y relación con los productos de la acción humana que pueden ser
heredados, es decir, transmitidos de generación en generación,
independientemente de los genes biológicos."
9.
"La cultura ha sido definida de varias
maneras, pero la mayoría se reducen simplemente al comportamiento aprendido y
compartido de una comunidad de seres humanos interactuando."
Como vemos, la palabra ‘cultura’
esencialmente consiste en un conjunto de patrones de pensamientos, sentimiento, (o emociones), conductas (o hábitos), y formas de comunicación
adquiridos, compartidos, y transmitidos dentro de un grupo y según los cuales
los miembros conviven y de acuerdo a los cuales se identifican entre sí y se
distinguen de los demás grupos. Patrones de pensamientos, sentimientos o
emociones, conductas o hábitos, y formas de comunicación – todos aprendidos,
asimilados, programados, con suma frecuencia sin analizar, sin pensar, sin
discurrir – patrones algunos no
racionales, y otros netamente irracionales,
como por ejemplos aquellos patrones alimenticios que llevan a la obesidad, o
los sexuales que conllevan la transmisión de la SIDA. La cultura, en mayor o en
menor parte, dictamina el qué hacemos y
cómo lo hacemos, lo cual refleja
directamente en lo que somos.
Según la observación empírica y las
definiciones aportadas por las ciencias sociales (ej., la sociología, la
psicología, la antropología, las ciencias políticas, las ciencias cognitivas,
etc.) todo y cualquier conjunto de individuos relacionados y característicos
poseen una cultura. Es decir, una
pandilla criminal tiene una cultura; un equipo de futbol tiene su propia
cultura; un grupo de prostitutas también tiene la suya; una cárcel o
institución correccional también muestra lo que venimos a conocer como cultura;
los esclavos en las plantaciones del sur de los Estados Unidos antes de la
emancipación también poseían una cultura. De ahí que el famoso proverbio, “dime con quién andas y te diré quién eres”,
tenga resonancia en todas las culturas del mundo y en las ciencias sociales
también: representa un aspecto clave de la denominada “naturaleza humana”. ¿Existe la “naturaleza humana”? El
efecto programador, inculcador, cultivador,
del grupo sobre la forma de pensar, sentir, y actuar de cada miembro es tan
reconocido a nivel popular como lo es a nivel científico. La psicología social,
por ejemplo, se dedica a estudiar cómo el individuo se deja influenciar
mentalmente por un contexto grupal.
La mayoría de los
antropólogos, etnólogos, sociólogos, y científicos políticos, o sea, todos que
estudian la cultura humana, concuerdan en que el idioma compartido es uno de
los factores que más determinan la transmisión cultural y por lo tanto que
fomentan la identidad cultural.
El idioma no es el
único factor que sirve para fomentar la cohesión cultural. Es preciso
considerar, aunque sea brevemente de momento, la estrecha relación entre la
cultura y la religión para comenzar a apreciar los profundos, aunque no siempre
evidentes, vínculos culturales entre los miembros de la Hispanidad:
La relación entre esas dos manifestaciones de
la condición humana [cultura y religión] es tan estrecha que en muchos casos
los eruditos afirman que, a pesar de saber que son conceptos diferentes,
resulta prácticamente imposible especificar dentro de una dada sociedad
exactamente donde termina la religión y donde continúa el ‘resto’ de la
cultura. ¿Qué es la religión? Sin desviarnos demasiado de nuestro contexto
introductorio ofrezco algunas de las (muchas) definiciones (que considero) más
relevantes:
1.
“La religión es concebida como aquello de
máximo interés [última relevancia] que da sustancia a la cultura. Y la cultura
es la totalidad de las formas en las que el interés básico de una religión se
expresa. En resumen, la religión es la sustancia de la cultura, y la cultura es
la forma de la religión.”
2.
“La religión, sea lo que fuere, es la
reacción total del hombre hacia la vida, ¿así que por qué no decir que
cualquier reacción total hacia la vida es la religión?”
3.
“[La religión es] una institución de
interacciones culturalmente modeladas con seres sobrehumanos culturalmente
postulados.”
4. “Una
religión es un sistema de símbolos, mitos, doctrinas, ética, y rituales para la
expresión de lo que es de última [máxima] relevancia.”
5. “La religión
es un sistema de creencias y prácticas por medio del cual un grupo de personas
luchan con el problema fundamental de la vida humana.”
6. “La religión
es el precio que pagamos por ser inteligentes, pero todavía no lo
suficientemente inteligentes.”
7. “La religión
por lo general tiene que ver con la relación del hombre con el mundo invisible,
el mundo de los espíritus, demonios y dioses. Un segundo elemento común a todas
las religiones es el término salvación. Todas las religiones tratan de ayudar
al hombre a encontrar sentido en un universo que demasiado a menudo parece ser
hostil a sus intereses. La salvación del mundo significa, básicamente, la
salud. Esto significa que uno se salva del desastre, del miedo, del hambre y de
una vida sin sentido. Esto significa que uno está salvo para la esperanza, el
amor, la seguridad y el cumplimiento del propósito.”
8. “La religión
es (1) un sistema de símbolos que actúa para (2) establecer estados de ánimo y
motivaciones poderosas, persuasivas, y de larga duración en [la gente] mediante
(3) la formulación de concepciones del orden general de la existencia y (4)
envolviendo estas concepciones en tal aura de facticidad que los estados de
ánimo y las motivaciones parezcan singularmente realísticas.”
9. “Dondequiera
que la gente viva, dondequiera que viva, se encuentran enfrentados con tres
problemas ineludibles: cómo ganar la alimentación, cómo resguardarse de su
entorno natural (el problema que la naturaleza supone), cómo llevarse bien los
unos con los otros (el problema social), y cómo se relacionan con el esquema
total de las cosas (el problema religioso). Si este tercer tema parece menos
importante que los otros dos, debemos recordar que los artefactos religiosos
son los más antiguos que los arqueólogos han descubierto.”
En base a esas definiciones reto a cualquier
lector a que trate de desentrañar el concepto de cultura del de la religión, teniendo en cuenta que jamás ha habido una
cultura humana sin manifestar algo que un experto reconocería como una religión.
Ahorraros la molestia: no se puede. La religión es un aspecto intrínseco de la
cultura humana.
La religión
dominante en el mundo en el hispano, corrientes sociales recientes no obstante,
ha sido sin lugar a dudas la religión Católica. Teniendo en cuenta las
influencias culturalmente homogeneizadoras de un idioma común y sobre todo de una
religión compartida, y las influencias culturales que esos dos factores
establecen, afirman, y refuerzan continuamente, no podemos sino racionalmente
aceptar que los hispanos, la comunidad descrita anteriormente, forman una
macro-entidad cultural. Basado en las teorías y definiciones provenientes y
vigentes en las ciencias sociales, sin entrar en mayor detalle, justifico el
uso y la definición del término “hispanista”, “hispano” e “hispanoamericano” y sus
aplicaciones al estudio de las culturas hispánicas.
Declaración de
Propósito del “Boletín de Análisis Hispanista”
Pero hay otra manera en la cual el pueblo
hispano está vinculado, y ese vínculo se manifiesta de acuerdo al antiguo
adagio de “hombres aprisionados por las mismas cadenas forman un solo pueblo” –
todos las culturas hispanas, están aprisionadas por las mismas cadenas de una
corrupción, a todos los niveles, una corrupción que nos empapa, nos recubre,
nos impregna y nos asfixia y ahoga. La naturaleza de esta corrupción es tan
ubicua y sus raíces enajenadores son tan profundos y deshumanizadores que nos
encontramos impotentes incluso al reconocimiento de la totalidad de sus causas
y efectos. El latino es tan ignorante de los efectos de su cultura corrupta,
desconocemos de tal grado nuestra propia corrupción, como un pez desconoce su
condición de mojado.
El mar de
corrupción en el que nos bañamos y nadamos, el gas de corrupción que respiramos
y emitimos, la corrupción que ingerimos y excretamos son causa y consecuencia
de una prisión invisible, auto-sustentable y ubicua, que emana de lo más íntimo
de nuestro inconsciente. Se trata de
esclavización o colonización mental que reside precisamente en esos mismos
patrones de pensamiento, de emoción, y de conducta que constituyen nuestra
cultura hispana. Hemos sido desde el inicio, y seguimos siendo una cultura –
toda la hispana y de forma más evidente la iberoamericana – pre-programada,
diseñada para la colonización, para la explotación mental, cognitiva,
emocional, y espiritual. Estos patrones, esta “mentalidad colonizada” se
auto-sustentada automáticamente mediante la transmisión de perspectivas y
esquemas CULTURALES establecidos en nosotros a modo de grilletes impalpables
pero indestructibles, de muros invisibles pero insuperables, de barrotes
intangibles pero infranqueables.
No estamos solos en
las Américas en esta categoría de culturas auto-esclavizadoras – de hecho todas
las minorías étnicas “de color” las compartimos. El amerindio y el
afroamericano son y han sido igualmente víctimas de esta corrupción, y sus
culturas muestras semejantes patrones e índices auto-derrotistas que los del
mundo hispano. Pero rápidamente podemos establecer las semejanzas que
compartimos el pueblo hispano de Iberoamérica con el amerindio y el
afroamericano de los EE.UU.: todos somos víctimas de lo que se conoce como
“síndrome de estrés postraumático” – una extensión cultural al concepto del
“estrés postraumático” y un término que definiremos en artículos futuros pero
que, entre otros efectos negativos, está asociado con una crisis de identidad,
y todos los complejos psicológicos e inseguridades relacionados con esta.
Tomemos a México
como ejemplo conveniente. La corrupción de México, de la cultura mexicana
comienza con el erróneo concepto que el mexicano tiene de su propio origen en
un mito Azteca. La realidad es que la entidad geopolítica que se conoce como
México no tiene sus orígenes en los aztecas, sino 100% en la colonización
española y el establecimiento de lo que originalmente se conoció como “Nueva
España”. El espacio geopolítico del México actual abarca muchísimo más que el
área controlada por el antiguo imperio azteca, e incluye los territorios
anteriormente pertenecientes a docenas de etnias indígenas – muchas enemigas y
víctimas de los aztecas. De hecho los aztecas forman, racial, cultural, y
geográficamente una parte minúscula del territorio de “Nueva España”. El
mexicano típico vive, en su ignorancia, permanentemente alienado de la realidad
histórica de la que surge su identidad nacional. La lengua castellana y la
religión católica – ambas componentes impuestas por la colonización española –
vienen a ser la base de la identidad cultural mexicana – no sus orígenes
ficticios en un águila posada en la hoja de un nopal. Ahí comienza y continúa
una buena parte de su alienación, una alienación de sí mismo, en sí mismo y por
sí mismo. Una alienación basada en la corrupción de su identidad histórica.
Pero la corrupción
del mexicano, al que tomamos como modelo solamente, no comienza ni termina en
la corrupción de su sentido de la identidad. Hay que tener en cuenta el motivo
por el cual fue colonizado. Iberoamérica entera fue colonizada con el propósito
de la explotación de sus recursos naturales y humanos. Y los designios de esta
colonización se extendieron, y se extienden a el establecimiento de unos
patrones culturales – sobre todo arraigados en la religión católica – que le
rindieran fácil de dominar por fuerzas superiores (militares, económicas, o
religiosas) y a la vez prácticamente imposible de organizar entre sí para
formar una resistencia a esas mismas fuerzas. La naturaleza de los patrones
culturales es que son autosustentables no importa las limitaciones sociales y
económicas que imponen a sus miembros. De ahí el adagio “es más fácil sacar al
muchacho del barrio que al barrio del muchacho”. Patrones culturales, a modo de
un herpes social, persisten de generación en generación.
Desaparecida la
presencia de la corona española quedaron implantados los patrones
auto-saboteadores. La cultura iberoamericana permanece fácilmente explotable
por agentes externos corruptores, a la vez que le resulta casi imposible superar
tendencias tercermundistas debido a la corrupción inherente en la
cultura y de la cultura misma.
Entre miembros de
una comunidad, cualquier comunidad, es típicamente mucho más fácil llegar a un
acuerdo sobre las características de los problemas que sobre sus causas, y
mucho más difícil aún con respecto a las soluciones. La perspectiva presente
respecto al problema de la corrupción de la cultura hispana es que es una
manifestación de una corrupción inherente a la cultura y por lo tanto es un
fenómeno arraigado en muchos patrones similarmente culturales. Una crítica tan
fuerte, tan tajante, tan radical de una cultura, de cualquier cultura,
inevitablemente suscitará fuertes emociones defensivas que se extienden desde
el rechazo completo del argumento a la conducta ofensiva. De ahí que los
fundamentos, las evidencias en las que baso mis críticas y argumentos tienen
que ser de lo más contundentes posible: es ahí donde entra el análisis
estadístico y el argumento racional partiendo del mismo.
Como científico
social y humanista (erudito en el campo de las humanidades) estoy acostumbrado al uso del análisis
estadístico para fundamentar mis argumentos. Son un punto de partida excelente
para establecer un debate sobre cualquier teoría o tema. Pero igualmente soy
muy consciente de la falta de entendimiento del público en general, sobre todo
del hispano con sus deficientes sistemas educativos, en cuanto al uso y
significado de los modelos estadísticos
- y el ser humano siempre teme lo que no entiende. Por lo tanto parte
del propósito de este Boletín de Análisis Humanista será ayuda a
establecer en el lector una base de entendimiento sobre las técnicas empleadas
de la forma más clara posible.
El propósito, por
lo tanto, del presente boletín, es emplear la información disponible de numerosas fuentes a la computación de
estadísticas pertinentes como punto de partida para el desarrollo de argumentos
sustanciados en las mismas, y en fin de esclarecer tanto el grado y la naturaleza
de la corrupción prevaleciente en la cultura hispana, identificar sus
causas, y formular un plan de
tratamiento para la misma.
Shodai Overton-Guerra
SEMPER ERUDITIO
He
Dicho. Así Es. Y Así Será.
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